Una vez frío, lo dividí en tres pisos y lo rellené con un poquito de nata vegetal mezclada con praliné de avellana. Lo mismo la nata que el praliné eran unos restos que me quedaban en el frigorífico y que iban a durar poco ya.
Después mezclé 50 grs de azúcar glass con 1 cucharadita de agua y dos de zumo de limón y se lo eché por encima. A los pocos minutos ya había formado una capa crujiente. El resultado final un rico pastel que no creo que llegue a la cena.
Que jugosito y rico se ve.
ResponderEliminarA veces con cualquier cosita de aprovechamiento podemos hacer algo bien bueno.
Un saludo.
Gracias Isabel, un saludo
ResponderEliminarQue cosa mas buena y aprovechando restos como me gusta a mí, por cierto el praliné de avellanas ¿donde lo compras?. Un besito.
ResponderEliminarVaya pinta que tiene esto, por favor que ganas dan de pegarle un bocado.
ResponderEliminarComo siempre perfecto!!!!.
Besitos corazón
Que rico, además aprovechando sobras que está la vida muy achuchada. Besines.
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